El sacerdote Albino Laruelo compagina su labor de párroco con la crianza de cuarenta terneros, cuya carne logra la clasificación de «superior»
Albino dando la misa en RUEDES
el párroco de Cenero y RUEDES durante el oficio de una boda. los «xatos» culones que está criando. pablo solares
Miriam SUÁREZ
Dicen los tratantes de ganado que la mejor carne que se mata en el macelo de Gijón es la de los «xatos» de Albino Laruelo. Mérito que él atribuye a la genética de los terneros «en primer lugar» y, luego, al modo en que maneja a sus animales. Los vecinos de Cenero añaden, apuntando con el índice al cielo, un tercer factor: «Éste tiene enchufe allá arriba».
La broma viene al caso porque Albino Laruelo es párroco de la Abadía y se hizo cura antes que ganadero. Pero, según parece, su buena relación con Dios no interviene en la calidad del cebadero de machos culones que administra desde 1985. «En esto lo único que vale es invertir, tener experiencia y saber negociar una buena comercialización», matiza Laruelo, conocido ya como el «cura ganaderu».
Actualmente cría en su cebadero cuarenta terneros. Los últimos ocho los compró en Somiedo a 900 euros cada uno. La Consejería de Agricultura, con cargo a los fondos que le vienen del Gobierno central, subvenciona una parte de los costes de la adquisición. Esas primas «vienen bien» si se tiene en cuenta que la realidad del sector obliga a «compensar la baja rentabilidad actual con más producción; el riesgo es mayor, pero, si quieres salir adelante, esto es así».
Albino Laruelo, 62 años, es de los que ha decidido no rendirse. «Ésta es mi segunda vocación», sentencia. Una vocación que Díaz Merchán, el que fuera obispo de Asturias, consideró muy en sintonía con su oficio de sacerdote. «Lo que tú haces aquí, Albino, también es una labor pastoral», cuenta que le dijo el prelado en una visita a su cebadero de «xatos» culones.
Este cura poleso, ordenado en 1969, lleva como párroco de la Abadía de Cenero desde 1978 y como ganadero profesional siete años menos. «Me metí en esto por casualidad, animado por un perito agrícola que conocí estando yo destinado en Tineo», relata. «Empecé comprando dos terneros. Al poco, vino Faustino El Rabicu -uno de los tratantes más conocidos de Gijón- para comprármelos y me dijo: "estos xatos no son los buenos pa ti, que son muy ruinos". Se llevó los míos y me trajo seis», prosigue.
La cuadra de Albino Laruelo es ahora conocida en toda Asturias. En lo que va de año, seis terneros suyos han recibido la calificación de «superior», que es la máxima posible. ¿Cómo lo hace? «Gastando más en xatos que en las instalaciones; estos establos los monté poco a poco con ayuda de vecinos y algunas piezas son hasta de segunda mano», señala. A sus terneros les garantiza «agua abundante, cama cómoda, tranquilidad y buena ventilación».
La comercialización de la carne la tiene asegurada desde que arranca el año. Mantiene acuerdos con una de las distribuidoras más potentes del país, que le paga a 4,6 euros el kilo en canal. De media, saca una ganancia de 210 euros por cada «xato». «Cobro sólo 25 pesetas más que hace diez años y el kilo de pienso se ha duplicado. Ese es un buen indicador de cómo está el tema», incide. Aun así, «sale más a cuenta que casar», apostilla medio en broma, medio en serio.
Además de la Abadía de Cenero, Albino Laruelo tutela las parroquias de Porceyo, La Pedrera y Ruedes. En ocasiones, además, celebra misa en la Asunción. Al año, oficiará medio centenar de bodas y unos 70 entierros o funerales. Para poder atender a todos sus «rebaños» con igual profesionalidad, se levanta cada día a las seis de la mañana. El trajín no le borra la sonrisa de la boca y, aunque el cebadero conlleva un esfuerzo añadido, también «me da una libertad económica» y «me ayuda a estar integrado en la zona rural».
FUENTE:HEMEROTECA:INE.ES
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