lunes, 29 de marzo de 2010

LA PARROQUIA MENOS POBLADA


La parroquia menos poblada

El hecho de que ésta sea una población de tan sólo 106 vecinos ayuda a mantener intacta su fisonomía rural, pero también constituye un inconveniente para lograr ciertos servicios




Con un censo de 146 vecinos, Ruedes es la parroquia menos poblada del concejo. Circunstancia que ayuda a preservar la identidad rural de la zona, pero que también supone un inconveniente a la hora de reclamar determinados servicios. A Ruedes no llega el autobús ni la red pública de saneamiento, y la única distracción de que disponen los vecinos es un centro social que sólo abre los sábados por la tarde. Para todo les dicen que son pocos. «Ojo, somos constribuyentes como cualquiera», responden los portavoces de Ruedes, que necesitan reponer fuerzas para hacer presión.

Miriam SUÁREZ

Ruedes es la parroquia menos poblada del concejo. Una particularidad que explica muchas de sus virtudes y muchas de sus carencias. «Nos dicen tantas veces eso de que somos pocos...», responde Antonio Blanco cuando se le menciona el censo. En el comentario del vicepresidente de la Asociación de Vecinos «La Magdalena» se aprecia cierto tono de hastío, porque éste suele ser el argumento utilizado para negarles algunos servicios.

A enero de 2007, había empadronadas en Ruedes 106 personas. Las mismas que el año pasado, y diez menos que hace dos. Los vecinos están convencidos de que las estadísticas oficiales no reflejan toda la realidad de la parroquia: «Aquí vino a vivir mucha gente que sigue censada en Gijón».

La decisión municipal de ampliar los núcleos rurales liberó suelo para la edificación de viviendas unifamiliares en todo el concejo. A Ruedes, muy protegido urbanísticamente, le brindó la oportunidad de crecer. Entre 2000 y 2006, se solicitaron quince licencias de construcción en la zona, donde «acaban de venderse otras dos parcelas también para hacer casas», apunta Blanco. Este jubilado de la industria cárnica, oriundo de Picaloredo -el pueblo de Siero que hace frontera con Ruedes-, se instaló en la parroquia hace ocho años.

No se puede decir que el ritmo al que se están construyendo viviendas en la zona sea frenético. Pero a Ruedes le ha servido para ganar fuerza. «Habremos hecho media docena de socios nuevos. Y eso, para nosotros, es importante. No se trata de que esto se masifique, pero cuantos más seamos, más presión podemos hacer para conseguir ciertos servicios», sostiene Antonio Blanco. La parroquia necesita brío y brazos que tomen el testigo de la asociación vecinal «La Magdalena».

Además de ser pocos, la población, en Ruedes, está muy envejecida. «Vecinos menores de 18 años sólo hay ocho», señala el vicepresidente de «La Magdalena», traduciendo a cifras el déficit de juventud que presenta la parroquia. «Los chavales marchan para Gijón y aquí vamos quedando los paisanos de canas», prosigue.

Aunque se hayan construido nuevas viviendas, Ruedes no deja de ser una aldea. Una aldea que se encuentra a once kilómetros del centro urbano. Esa distancia la mantiene como una de las parroquias más rurales del concejo. Parroquia a la que no llega el transporte público -aunque sí el escolar-; con una actividad que se limita a la misa de sábado y las reuniones semanales en el centro social; y donde tener saneamiento público es una quimera.

«Ya estamos resignados a que no traigan un colector hasta aquí», dice Antonio Blanco. «Somos pocos y, encima, las casas están muy dispersas. Lo de siempre», apostilla. Otro tanto ocurre con los caminos que faltan por alumbrar: «Hemos mejorado mucho, qué duda cabe. Pero con el cuento de que apenas hay casas, se han dejado sin iluminar algunos tramos finales. Ojo, que nosotros somos contribuyentes como cualquiera y no tenemos la culpa de ser pocos».
De nuevas tecnologías, ni hablan. Esta parroquia, que recibió el premio al «Pueblu más guapu», no dispone, «curiosamente», ni de contenedores a los que echar la basura ni, por supuesto, de un servicio de recogida. Aunque en esta situación concreta también influye el hecho de que los vecinos no acaben de ponerse de acuerdo sobre la importancia de la reivindicación.

«En lo que sí se ha notado un cambio es en los accesos del pueblo. Y, aunque hicieron estropicios en algunas fincas, lo cierto es que asfaltaron muchos caminos. Que antes había que sacar la leche de las casas en burro», recuerdan.


FUENTE: LA NUEVA ESPAÑA

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