lunes, 29 de marzo de 2010

PANADERA SOBRE RUEDES

Panadera sobre «ruedes»

Blanca Mejuto se gana la vida vendiendo pan por la zona rural, en una ruta de 140 kilómetros que finaliza en la parroquia más meridional del concejo

Su empresa va siempre consigo.Lo que otros gastan en iluminar escaparates , ella lo echa en gasolina.Blanca Mejuto, de 36 años , se gana la vida vendiendo paan por la zona rural, en una ruta de 140 km que finaliza en RUEDES .Allí , LA NUEVA ESPAÑA de Gijón se sube a su furgoneta para acompañarla en el recorrido por la parroquia gijonesa más meridional.Además de pan , reparte alegría.Para algunos vecinos es la única persona que ven en todo el día.



jorge peteiro ( MULTIMEDIA Fotos de la noticia)



Miriam SUÁREZ
-¿Trajísteme LA NUEVA ESPAÑA? Esta semana sal Ruedes.
Pilar González ya asoma por la puerta de casa antes de que Blanca Mejuto apague el motor de su furgoneta. Es la segunda clienta del recorrido que hace por Ruedes repartiendo el pan del día. La primera está fuera cuando ella pasa y su barra se la deja metida en una saca que cuelga del portón.
Blanca Mejuto les lleva el pan, periódicos y revistas, pasteles -los sábados-, lotería y «choricinos muy ricos» de vez en cuando. Su licencia de alimentación nada dice de lo más importante: los minutos de cariñosa conversación que dispensa a los vecinos. Para muchos, Blanca es la única persona de fuera de la parroquia con la que cruzan palabra a lo largo del día o incluso de la semana. «No sé si la tengo o la sueño, de lo contenta que estoy con ella», le echa flores Pilar González.


De nuevo en la carretera general, a Blanca le dan el alto. Es el padre de una clienta, que le coge el pan sobre la marcha para ahorrarle la parada. «Venga campeón. Vales tú más de lo que pesas», le agradece Blanca. Para todos tiene algún gesto amable. Es la alegría personificada. «Soy feliz con este trabajo. Pero feliz. A las 6.10 estoy en pie, pero también es verdad que a las dos, dos y media, termino. Y la gente es majísima conmigo. Si llueve, nunca falta quien me traiga un cafetín caliente a la ventanilla», comenta.

Antes de ponerse a vender pan, esta polesa de 36 años, que se vino a vivir a Gijón cuando se casó, trabajaba como camarera de piso en un hotel de la ciudad. Una amiga, cartera en la zona rural, le contó que había una panadera que quería dejar el negocio. «Y pensé: peor que esto de los hoteles y la hostelería no puede ser. Vamos a ver qué pasa», cuenta Blanca Mejuto, que lleva dos años trabajando por cuenta propia.

Hacerse con un negocio de este tipo «es casi como comprar una plaza de taxi». En el traspaso de actividad, Blanca pagó por la ruta y la clientela que ya tenía hechas su predecesora. También le compró la furgoneta, que ya ha cambiado por otra nueva. Cada día -a excepción de los domingos- recorre Mareo, Porceyo, La Pedrera, Peñaferruz, Aguda, Fontaciera y, por último, Ruedes. Aparte, suministra pan a varias tiendas del casco urbano.

«Hago unos 140 kilómetros diarios», calcula. Su empresa va siempre con ella. Lo que otros autónomos gastan en escaparates o iluminación, Blanca Mejuto lo emplea en pastillas del freno o gasolina. «Por cierto, de cuando yo empecé a ahora, no sabes lo que se notó el aumento del precio del combustible», señala. «No digamos del precio del pan. Con el cuento de que falta harina...», apostilla.

Ella ha subido la barra 15 céntimos, «lo mismo que a mí la panadería». Según dice, «con un incremento así, prefiero no ampliar el margen de ganancia, porque sería una barbaridad y, ahora, la gente está muy comedida en el gasto». En lugar de pasarse con los precios, Blanca Mejuto lo lucha para vender más.

-Qué tal morena. ¿Sabes que ya traigo conmigo la Navidad? Pa cuando os empiece a apetecer.

Blanca Díaz prefiere dejar los dulces navideños para más adelante, aunque echa un vistazo a la mercancía. Blanca Mejuto se interesa por el estado de salud de su marido, que acaba de sufrir un accidente. Afortunadamente, no ha sido grave.

En casa de Gerardo Calvo y Adelina Martínez, quien sale a recibir a la panadera es María, su nieta de 2 años. La cría lleva un monedero en la mano y paga con mucho desparpajo la chapata y la revista del corazón que había encargado su abuela. María sólo suelta el chupo para preguntar: «¿Y el pan?».

Normalmente, Blanca lleva las barras en el asiento del copiloto, para tenerlas a mano. Pero, en esta ocasión, ese lugar lo ocupa LA NUEVA ESPAÑA de Gijón. «Que de ésta os hago famoses», bromea con Delfina Suárez y Olvido Rodríguez, otras dos clientas de Ruedes. Esta última paga lo suyo con menudo, principalmente monedas de 1 y 5 céntimos. Una vez arregladas las cuentas, pide cambio de 50 euros. «¿Daste cuenta? Úsenme hasta de banco», sigue en plan de guasa.

Con el recorrido por Ruedes, el más meridional de su ruta, termina la jornada. Ya lleva unas ocho horas al volante y ha repartido más de 300 barras de pan. Al principio, «se me cayeron muchas lágrimas, porque no es nada fácil andar por estos caminos». Ahora, todo va rodado.

-¿Dónde está lo más grande de Ruedes? Más que la iglesia.

Así se dirige a Donata Rodríguez, la segunda vecina de mayor edad de la parroquia, con 91 años recién cumplidos. «Bueno, la iglesia también ye muy vieya, que ya iba yo de pequeña», responde esta mujer salerosa, que acaba de llegar de La Manga. Compra una barra de cuarto para ella sola, y «no me sobra nada, ¡recoño! A veces no me queda ni pa dar a les gallines».

A Ruedes suben varios panaderos. De Blanca Mejuto -por cierto, no guarda parentesco con el árbitro internacional- es cliente una cuarta parte de la parroquia. «Hay que lucharlo mucho, pero lo luchas pa ti», se despide.


FUENTE:LA NUEVA ESPAÑA

UNA ALDEA EN LA CIUDAD
Ruedes es la zona más rural de Gijón, como señalaron en la tertulia de LA NUEVA ESPAÑA Vicente González,Wenceslao Pintado, Manuel Alvarez e Isolina Amado

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