miércoles, 31 de marzo de 2010

DE 91 AÑOS A 4 MESES

De 91 años a 4 meses
Teresa Díaz Díaz pone el techo de edad a la población con menos habitantes del concejo, donde Claudia Moro García aporta unos nuevos cimientos



Teresa Díaz, junto al hórreo que antiguamente albergó la escuela de Ruedes. jorge peteiro
MULTIMEDIA
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M. SUÁREZ

Con 91 años, cumplidos el 15 de agosto, Teresa Díaz Díaz se ha convertido en la persona de mayor edad de Ruedes. Es una mujer de conversación animada, que dice encontrarse «bastante bien» de salud para la fecha que gasta en su carné de identidad. A estas alturas del camino, sus piernas empiezan a resentirse de toda una vida dedicada a la agricultura. Pero su organismo se mantiene duro como una roca, quién sabe si fortalecido por el aire puro que se respira en Ruedes. «Te puedo decir que yo nunca he cogido una gripe. Veremos a ver a partir de ahora», señala.

Teresa siempre ha vivido en Ruedes, y «de aquí no me mueve nadie». En la casería donde reside, ya nació su madre en 1884. «Mira si tendrá tiempo, que la parte de abajo del hórreo fue la escuela de la parroquia. Nosotros fuimos los llevadores de la finca hasta que acabamos comprándola. Esta casa en la que estamos ahora se hizo nueva. La original la demolimos, porque estábamos expuestos a que cualquier día nos cayesen las vigas encima», explica. Comparte la vivienda con su hija María Teresa, su yerno y dos nietos. Hoy por hoy, ningún miembro de la familia cambiaría la tranquilidad de Ruedes por un piso en el casco urbano.

Aunque, según los actuales cánones demográficos del concejo, Ruedes sea una zona con muy pocos habitantes, a Teresa Díaz le parece que su parroquia ha crecido una «barbaridad». «No hace tanto éramos cuarenta. Ahora, cuando no puedo dormir, me pongo a contar las casas que se hicieron en la parroquia y me salen más de cien», apunta Teresa. Cuando se le informa de que sólo hay 106 personas censadas, tanto ella como su hija se muestran convencidas de que «aquí vive más gente».

Por las noches, Teresa cuenta casas para conquistar el sueño. Por el día, «me distraigo sólo con ver pasar la gente y los coches». Aunque sus verdaderas aficiones son los solitarios -sobre la mesa de la cocina reposa una baraja gastada por el uso- y los programas deportivos. «Es lo que me gusta de la televisión, los deportes. Sobre todo el tenis y el fútbol», aclara. Teresa no se pierde partido, aunque sólo se pone nerviosa si juega el Sporting. El club rojiblanco «me duele» casi tanto como Ruedes.
M. SUÁREZ



Claudia Moro García, como Teresa, también nació en agosto. Aunque ella, en agosto de 2007. Este bebé de apenas 4 meses es el habitante más joven de Ruedes. Le sigue su hermano, Rubén, que tiene dos años y medio. «Hay muy pocos neños que vivan aquí de continuo», constata Eva García, la madre de los pequeños.

Eso se debe a que tampoco hay demasiados jóvenes que quieran construir su vida en la parroquia. Eva García, sin embargo, nunca se planteó marchar de Ruedes. A sus 33 años, se gana la vida criando vacuno. Como su marido, Diego Moro, que tiene 35 años y es natural de Siero. Entre los dos, juntan 150 cabezas de ganado. Cada uno se ocupa de atender su propia explotación.

En la cuadra de Ruedes tienen 38 vacas. Cuando toca ordeñar, Eva se lleva muchas veces consigo a Claudia y a Rubén, para no perderlos de vista. «La cría va en el carrito y el hermano caminando, cogido a él. La verdad es que Claudia es una niña muy buena, hasta puedes dejarla ratinos sola. Pero no siempre, claro. Que bastante abusamos ya de la probe. Tenemos tanto que hacerÉ», explica.

Es pronto para saber lo que Claudia piensa de su Ruedes natal, porque apenas distingue lo que se mueve a su alrededor. Si reacciona igual que su hermano, será una niña muy feliz. «Al nenu se le ve muy contento aquí. Le gusta mucho venir con nosotros en el tractor y las vacas le encantan; las conoce una por una», cuenta Eva García.

Ella considera que Ruedes es un «buen entorno» para que sus hijos crezcan. No hay colegio en la parroquia -les corresponde el de Roces- y cada vez que pasan consulta con el pediatra o el médico de cabecera tienen que bajar hasta el centro de salud de Montevil. Pero los desplazamientos no suponen ningún inconveniente para Eva, porque Ruedes dispone de transporte escolar y en la zona no hay familia sin coche.
El único pero que le pone a Ruedes es que «Claudia y Rubén no tienen niños pequeños para jugar». Y, tal como está configurado este núcleo rural, no parece que esa situación vaya a resolverse a corto plazo. Eva García y su marido ya han puesto de su parte para reflotar la demografía de Ruedes. A ver si cunde el ejemplo.


fuente:la nueva españa

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